Cuentan la historia de un día sin fin.
Años atrás, lejos de aquí,
un hombre cualquiera, sin rumbo ni paz.
Nada en las manos, dejó todo atrás.
En el puente que hoy ves allá,
ese hombre tuvo su hogar.
Las malas lenguas dicen de él
que es un mendigo sin ley ni fe.
Haciendo su vida en cualquier lugar,
maldice el día que quiso escapar.
Cualquier cosa es buena con tal de olvidar
que jamás sus sueños se harán realidad.
Todo aquello de aquel rincón
es mi vida en un cajón.
Historias, recuerdos, mi casa, mi fin.
Todo aquello que un día fui.
En ese carro de metal
toda mi vida encontrarás.
Entre basura y alcohol hallarás
lo que un día fue mi hogar.
Sin hogar, sin alma, sin vida ni fe.
Muerte grabada a fuego en su piel.
Sin hogar, sólo hay cielo al despertar.
Buscó un techo que el azar le negó.
Vive sus días en pena,
oculto en la sombra, ahogado en su razón.
Siempre en soledad, bajo las estrellas dormirás.
Y en tu compañía tu sombra morirá.
Los años pasarán y rápido acabará esta tremenda agonía
que es vivir sin hogar.